El trabajo alfarero-escultor de Oropesa tiene características propias que se puede definir como de líneas simples, con énfasis en los detalles que especifican la esencia de los personajes que esta recreando, con rasgos físicos típicos del hombre y mujer de campo, de estructuras físicas gruesas, con una anatomía realista, denotando su rudeza, fortaleza e ingenuidad. Observar las esculturas produce un sentimiento de añoranza por algo que está perdido. En cuanto al color, sus tonos son suaves, orgánicos y terrosos, producto de los engobes utilizados con componentes minerales.
Como resultado de nuestro rápido desarrollo cultural y económico globalizado, se han perdido de manera vertiginosa las riquezas patrimoniales y nuestro ser identitario como chilenos. Es en este aspecto, que Norberto Oropesa ha puesto un acento importante en mantener su técnica y sus contenidos temáticos hasta nuestros días.
Todas estas representaciones marcan una época fundamental en la organización como nación independiente, en donde el mundo rural y agrícola fue la base de nuestra economía y nuestra sociedad, donde la vida se centraba en la actividad rural y su poder productivo.
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